Manifestación del amor de Dios


"Él nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos." (2 Timoteo 1: 9)
No hemos hecho nada para merecer la salvación, Dios en su gran misericordia nos a dado tan gran regalo como es la vida eterna. Como manifestación de su gran amor, misericordia y justicia, los cuales "son el cimiento de tu trono" (Sal 89: 14), envió a su unigénito para ser nuestro redentor y pagar por nuestras culpas.
Y otra vez nos dice el apostol Pablo: " nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo".
Ante tan gran manifestación de amor que solo puede proceder de la fuente de todo amor existente lo mínimo que podemos hacer es aceptar tan maravilloso regalo, declarar en nuestras vidas a Jesús como nuestro único y verdadero Salvador, servirle a Dios, alabarle, glorificarle y guardar todos sus estatutos y preceptos...
Si verdaderamente amamos a Dios haremos las cosas que su Santa Palabra nos ordena y seremos imitadores de Cristo en todo lo que hizo mientras estuvo aquí en la tierra, "El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo."(1 Jn 2: 6).
Si guardamos sus preceptos el amor de Dios verdaderamente se estará manifestando en nosotros. Es por esto que el apostol Juan declara: "El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él."(1 Jn 2: 4-5).
Debe haber en nosotros el mismo sentir que hubo en Pablo al decir: "Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo.".
Si en nosotros existe este amor proveniente de Dios y tenemos una fe genuina, entonces, esta fe nos impulsará a realizar obras de misericordia ya que "la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma" (Stgo. 2: 17).