Dios no les
reveló a sus hijos que tendrían una vida libre de aflicciones. Pruebas,
tentaciones, penas u otros de tantos pesares de este mundo, sino todo lo
contrario... "... En el mundo tendréis aflicción..." es lo que nos
dice nuestro Señor Jesús pero estas aflicciones son a menudo tomadas por el
cristiano como un peso o un tormento en su vida cuando debería ser todo lo
contrario.
En una
ocasión el Señor nos dice: "...No he venido a traer paz, sino espada"
(Mt.10:34). Incluso nuestro Señor, Salvador y Redentor Jesús; quien vino a
librarnos de la esclavitud del pecado y a salvarnos de la perdición, nos dice
que Él vino a traer espada en vez de paz. Dice en la 1ra carta de Juan 2:
6 que "El que dice que permanece en
Él debe de andar como Él anduvo" Esto quiere decir: Seguir sus obras,
predicar sus palabras, seguir su ejemplo de amor y misericordia, continuar con
su ministerio aquí en la tierra y preparar a las personas para su segunda
venida manteniendo también una plena obediencia a los mandatos divinos y
sujetos a Dios Padre. Por tanto, si hacemos las cosas que hizo y predicamos las
palabras que habló, entonces, estamos andando como Él anduvo y por tanto
traeremos también espada en vez de paz. Esto significa que contra nosotros se
levantarán persecuciones, tendremos dificultades y "... estarán tres
contra dos y dos contra tres" (Lc. 12:52) pero esto no es motivo para
estar triste ni desanimado.
En ocasiones
es común pensar o incluso escuchar a personas decir que Dios pone las tentaciones,
que Dios hizo que ciertos sucesos desagradables o malos sucedieran cuando esto
en realidad no es así. Dios no le pone a nadie una tentación y mucho menos nos
lastimaría ni física ni mentalmente. "Cuando alguno es tentado, no diga
que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal,
ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia
concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que
ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la
muerte." (Stg. 1: 13-15) Debemos tener pendientes el hecho de que en Dios
no existe la maldad, por esto, es imposible que Dios haga algo que nos pueda
perjudicar y como ya vemos a la luz de la Biblia Dios no tienta a nadie.
Cristo nos dice “Bienaventurados sois cuando
por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra
vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en
los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.”(Mt. 5: 11-12). Él
no solo nos advierte de las cosas que nos han de suceder a causa de la verdad
sino que llama bienaventurado al que por causa de su nombre persigan y acusen;
además de esto nos manda a que nos alegremos en medio de estas circunstancias
ya que nuestro premio será grande en el reino de los cielos si a pesar de todo
nos mantenemos firmes. El apóstol Pablo, en su carta a los
romanos, nos da una visión distinta a la que existe en las mentes de muchos
cristianos hoy en día, concordando con lo que nos enseña Cristo acerca de
nuestra actitud en medio de las tribulaciones, nos dice que "nos gloriamos
en las tribulaciones..." pero esto es por una razón especial la cual el
apóstol nos explica. "Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en
las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la
paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; Y la esperanza no avergüenza; porque
el amor de Dios está derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que
nos es dado." (Rm. 5: 3-5). Por medio de las pruebas es por lo que el
cristiano verdadero pule su carácter y personalidad, Dios permite que ciertas
cosas sucedan para que nos demos cuenta de nuestros errores y podamos
corregirlos, para que podamos aprender humildad y mansedumbre y poder reflejar
el carácter de Cristo.
Viendo de
este modo las cosas nuestra actitud ante las pruebas y tentaciones debería ser
diferente y no solo por esto sino porque Dios nos promete estar con nosotros en
todo momento y en el nombre de Jesús podemos superar lo que sea. Dios llama
"Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya
resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los
que le aman." (Stg. 1: 12), que maravillosa promesa es esta para los
aguantan hasta el fin y no se dejan vencer por el enemigo, así que,
"Amados hermanos míos, no erréis." (Stg. 1: 16).
"Estas
cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción;
pero confiad, yo he vencido al mundo." Este versículo realmente es un
mensaje de paz para todos ya que este no solo nos advierte de lo que espera a
todo aquel que siga la palabra de Dios sino que nos dice también Jesús
"... confiad, yo he vencido al mundo.". Solo tenemos que confiar en Él,
apoyar nuestra fe en su palabra y seremos también vencedores del mundo junto
con Él. Esto nos dice que si Él venció, en su nombre también nosotros podemos
vencer cualquier aflicción, prueba o tentación que se nos presente y al final
obtendremos la corona de victoria como vencedores de este mundo; recordemos:
"Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Fil. 4: 13).
"Los que
sembraron con lágrimas, con regocijo segarán.
Irá andando y
llorando el que lleva la preciosa semilla; Mas volverá a venir con regocijo,
trayendo sus gavillas." (Salmos 126: 5-6)
Dios nos
promete gozo y paz a pesar de todas las aflicciones. Al final, si nos
mantenemos fieles, obtendremos la heredad que le fue quitada a Adán en el Edén
y viviremos por siempre con nuestro Dios.
Por tanto, no
desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el
interior no obstante se renueva de día en día.
Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez
más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se
ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las
que no se ven son eternas. (2 Cor. 4: 16-18).